jueves, 15 de agosto de 2013

"No seas orgullosa."

... tus palabras de siempre, "no seas orgullosa, Chabe, que así no vamos bien".
¿Cuántas veces discutimos, te retiré mi palabra y fuiste tú quien decidió darme otra oportunidad y ceder?
No tengo manos para contarlas.
Por mi orgullo, ese orgullo que tanto creo que me ayuda y que tantas veces me has dicho que para ti, no vale un duro.
Ya que siempre estoy por debajo, siento como necesidad quedar por encima, sentir que la otra persona se volcará en mi, hacerme la chula hablando mal y pronto, y tú cedías, cedías constantemente.
Hasta estos tiempos, en los que yo origino tempestades y tú ya no quieres ceder, ya no te acercas a mi para solucionarlo, porque has sacado tu orgullo.
Anoche, después de nuestra nueva discusión, en la que yo tuve la culpa y en la que me dijiste que ya no querías hablar conmigo y que ya no aguantabas más esta situación, anoche, después de una semana y media, decidí tantear cómo estabas.

No me recibiste con los brazos abiertos aunque ya lo esperaba, me dijiste que no había nada que solventar, pero que simplemente no querías hablar conmigo. Te dije, que cuando quisieras hablar, yo estaría ahí.
Y lo estoy.
Porque ya no me importa ser yo quien sucumba y se baje del burro.
Porque así, dentro de poco tiempo, entenderás que por ti estoy cambiando, como estás cambiando tú por mi.

miércoles, 14 de agosto de 2013

Las casualidades no existen.

Llegaste siendo nadie, es más, recuerdo perfectamente la primera cosa que pensé sobre ti: "este tío me suena. ¿Qué pinta aquí con mis amigas?". Incluso recuerdo la segunda: "No me mola nada".
Sí, eso pensé. 
Venía arrastrando unos "amoríos" con chicos muy guapos y de fácil entrada a los ojos, chicos inalcanzables para mi. Para mi, siempre fue más fácil "enamorarme" de alguien a quien no podía tener, así no tenía nada que arriesgar, nada que descubrir, no tenía que sacar afuera mis sentimientos y así nadie era capaz de romperme el corazón con un rechazo. 
Tú no entrabas en estos cánones de belleza que yo arrastraba, a primera vista no encontré tu atractivo y no me interesaste en absoluto. Además, me resultabas tímido y callado, hasta que nos dejaron solos ese mismo día, y, como sabes que en las situaciones embarazosas no paro de hablar, empecé a hablarte un montón de tonterías, y me arrepentí de haber pensado que eras demasiado reservado para caerme bien.
Porque desde que te hablé, te reíste, y me seguiste la conversación, me hiciste reír un montón con tus burleteos y me contaste tu reciente ruptura. Recuerdo esa frase que dijiste: "Lo dejamos hace par de meses pero yo voy a lo mío, ahora estoy yéndome con tías sin tener que darle cuentas a nadie, eso es lo mejor, irte con quien te da la gana sin trabarse, sexo y punto." 

Irremediablemente, me resultaste sincero, que no le vendías motos a nadie, y me caíste todavía mejor. 
Y así fue como con nuestras primeras palabras, en un verano de 2011, donde yo tenía 16 años y tú 18, nos hicimos amigos.